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Foto del escritorJosé Ángel Flores Peña

Historia de la guitarra

Existen evidencias arqueológicas de que en 1400 aec los hititas crearon instrumentos de cuerda parecidos a la lira —el instrumento de varias cuerdas más sencillo y antiguo del mundo— pero con el agregado de una caja de resonancia, por lo que serían antecesores de la guitarra.

En la India estos instrumentos eran conocidos en idioma sánscrito como sitār, palabra que proviene de dos palabras indoeuropeas que darían origen a la palabra española “guitarra”:

la raíz guīt (que produjo las palabras sánscritas guitá: ‘canción’, o sangīt: ‘música’) y la raíz tar, que significa ‘cuerda’ o ‘acorde’. Estos instrumentos llegaron hasta los griegos, que deformaron ligeramente su nombre, kizára, que los ingleses transliteran kithara. Luego tomaron este nombre e instrumento modificándolo por kíttara y chíttara, que en castellano se terminó llamando cítara.

El primer instrumento con mástil fue la ud árabe, cuyo nombre los españoles terminaron fundiendo erróneamente con su artículo: «la ud» femenina se convirtió en el masculino «laúd». Fueron precisamente los árabes quienes introdujeron el instrumento en España, donde evolucionó de acuerdo a los gustos musicales de la plebe bajo dominación musulmana.

Ilustración de un salterio carolingio del siglo IX, que muestra un instrumento de cuerda pulsadaEn la Península Ibérica la guitarra era ya muy utilizada a finales del siglo XVII, cuando Gaspar Sanz compone su Instrucción de música sobre la guitarra española y métodos de sus primeros rudimentos hasta tañer con destreza. Anteriormente había guitarras de nueve cuerdas: una cuerda simple y cuatro "órdenes" (pares de cuerdas).

En todo caso, parece claro que fue en España donde tomó carta de naturaleza, pues a diferencia de las guitarras construidas en otros países y lugares de Europa, donde se fabricaban guitarras sobrecargadas de incrustaciones y adornos que la hacían casi imposible de tocar, la guitarra española se hacía para ser tocada y fue tan popular que incluso Sebastián de Covarrubias, capellán de Felipe II y egregio lexicógrafo español, llegó a decir: “La guitarra no vale más que un cencerro, es tan fácil de tocar que no existe un campesino que no sea un guitarrista".

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